Un paisaje cultural es el resultado de la intrínseca relación de las personas sobre un paisaje natural; es la huella del trabajo de una cultura en la naturaleza con la que convive, siendo por ello determinante en la construcción de las culturas.

Tal es el valor del paisaje cultural que la UNESCO, en su convención de 1972, publicó una serie de medidas para proteger los paisajes culturales producto de la acción combinada de la naturaleza y el ser humano.

En La Gomera, debido al potente paisaje de la isla, esta relación entre ser humano y naturaleza es muy profunda. Para garantizar su supervivencia, el gomero ha tenido que labrar con sus manos las escarpadas colinas en las que habitaba.

Levantando grandes y pequeños muros o paredones, consiguió robar a las montañas líneas llanas de suelo artificial, impidiendo el arrastre de las tierras por las lluvias torrenciales. Este extraordinario y penoso trabajo, llevado a cabo únicamente con las manos y la sabiduría de los maestros pedreros a lo largo de varias generaciones, es un admirable ejemplo de perseverancia y de inconsciente estilo artístico en el paisaje.
El conocimiento y la divulgación del paisaje como patrimonio, promueve la conciencia ciudadana, favorece la sostenibilidad y aporta beneficios sociales y ambientales a la colectividad. Debe considerarse como un hecho de gran interés general y turístico.
Este paisaje cultural tan increíble por su extrema grandiosidad y espectacularidad, tan impactante para aquellas personas que lo visitan por primera vez, especialmente en la zona norte de La Gomera, y que
tanto esfuerzo y perseverancia necesitó para su creación, merece ser contado y expuesto de tal forma que los visitantes que lleguen a la isla lo valoren y lo posibiliten.

Ilustración
Paisaje cultural de Bancales                     

Bancales,
Patrimonio Mundial Inmaterial de la Humanidad